Alentejo

Descripción

Las interminables planicies comienzan junto al Tajo. Si al norte el ritmo viene marcado por el verde de la campiña, al sur, el paisaje se combina con sol, calor y un ritmo acompasado. Es el Alentejo.

Al norte, los pastos de los esteros; en el extenso interior, la inmensa llanura, mieses ondulando al viento; en el litoral, playas salvajes de una belleza inexplorada.

La amplitud del paisaje se ve rota por alcornoques u olivos que resisten el paso del tiempo. Santarém es un mirador natural sobre la inmensidad del Tajo. Aquí y allí se yergue un recinto amurallado, como Marvão o Monsaraz, o la antigüedad de un anta que nos recuerda la magia del lugar. En los montes, casas blancas de planta baja coronan pequeñas elevaciones, los castillos evocan luchas y conquistas, y los patios y jardines son testimonio de influencias árabes, que moldearon pueblo y naturaleza.

En el Alentejo, la fuerza de la tierra marca el tiempo y ciudades como Elvas y Évora, catalogadas Patrimonio Mundial por la UNESCO, son una muestra de la tenacidad de su gente. Tal vez por eso, aquí la cultura y la espiritualidad tienen un carácter propio. También encontramos recuerdos del pasado en otras ciudades como Santarém, Portalegre y Beja, o en las antiguas juderías, especialmente en Castelo de Vide.

La llanura se presta para paseos a pie o en bicicleta, pero los caballos también forman parte del lugar. Podemos combinar esos paseos con la observación de aves y, en presas como la del Alqueva, con la serenidad de las aguas o con la contemplación del cielo estrellado.

Pero no podemos dejar de explorar el litoral. En él, el paisaje es alto y escarpado, con pequeñas playas abrigadas entre escarpas, muchas de las cuales resultan ideales para el surf. Y también huele a campo, a las hierbas aromáticas que aderezan pescados, mariscos y otros platos regionales, que se acompañan con excelentes vinos de la región. Porque todo el Alentejo vive al ritmo de la tierra.

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